Ajustar una postura de yoga es dar las indicaciones correctas para que el alumno o alumna pueda ejecutar la postura de la forma más eficiente y segura para él o ella.
El tema de los ajustes genera distintos puntos de vista, hay quien los rechaza completamente, argumentando que los cuerpos poco a poco se van adaptando sin necesidad de ajustar, y hay quien los defiende a ultranza como el método a través del cual puedes evitar las lesiones.
Ejecutar una postura de manera reiterada, de forma incorrecta, es una de las causas más comunes de las lesiones en clase de yoga. Podríamos decir algo como: “Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”. Para evitar que el cántaro se rompa o, mejor dicho, para evitar que aparezcan lesiones por mala ejecución reiterada, los profesores/as contamos con esta maravillosa herramienta: Los Ajustes.
El ajuste se puede hacer físico o verbal.
El ajuste físico supone un contacto físico donde el profesor o profesora toca el cuerpo del alumno/a en aquellas zonas que se necesitan ajustar.
El ajuste verbal, no conlleva contacto físico, sino que a través de instrucciones claras y precisas se le dice al alumno/a qué es lo que tiene que modificar.
El ajuste físico también se suele acompañar de ajuste verbal.
En un ajuste físico, el cuerpo del profesor/a queda separado del cuerpo del alumno, son las manos, pies o en ocasiones, las piernas haciendo de contrapeso, las que generan un toque directo y firme en aquella zona del cuerpo del alumno/a que se tiene que modificar para que la postura sea segura.
En ningún momento deben existir gestos como caricias, palmaditas, roces, etc.., ni contacto con zonas intimas o cercanas a zonas íntimas, es decir, nada que pueda generar malestar, incomodidad o vulnerabilidad al alumno/a.
Pero no a todo el mundo le gusta que le toquen y para esto existen los ajustes verbales.
En un ajuste verbal, las instrucciones tienen que ser claras, concisas y precisas. En un lenguaje que el alumno/a pueda entender. A veces puede que el profesor/a tenga que utilizar palabras poco yóguicas como por ejemplo “presiona con los pies en el suelo” para adaptarse a las necesidades comprensivas del alumno/a. Aquí lo que realmente importa es el alumno/a y no la clase idílica, perfecta o el ego del profesor/a.
Es muy útil, en ajustes verbales, acompañar las indicaciones con una demostración. Por ejemplo, si lo que quiero es indicar que “los pies se enraízan”, coloco las manos por delante de mí, bien visibles, separadas entre sí y con las palmas muy abiertas hago la acción de bajarlas como si estuviera presionando el aire.
Otro ejemplo podría ser que, si quiero indicar que “las piernas se mantengan activas”, coloco las manos a los lados de mis piernas, bien visibles, con las palmas muy abiertas y hago la acción de cerrar el puño, indicando que genero actividad en los músculos de las piernas.
Estos son ejemplos de cómo se puede ajustar sin necesidad de tocar el cuerpo del alumno.
El ajuste verbal con demostración es muy útil porque, además de respetar el espacio personal del alumno/a, en el alumno/a creas experiencia directa, consciencia sobre la postura, registro mental y postural, y aprendizaje.
Para poder trabajar con el ajuste verbal, el profesor/a debe tener una gran comprensión de las acciones que se están generando en cada postura, además debe tener un amplio vocabulario adaptado a las necesidades de los alumnos/as y no sólo esto, el profesor/a debe desarrollar una cualidad fundamental: liderazgo, invitando a los alumnos a que participen activamente en registrar las acciones que se indican.
El profesor/a se debe implicar al 100% en poner todas sus cualidades y habilidades al desarrollo de la clase.